El dolor y la medicación de las mascotas.
Un evento muy común en los países con pocas regulaciones en la venta y adquisición de los medicamentos, o con una deficiente aplicación de las leyes que lo regulan, es la automedicación. Práctica que implica graves riesgos al no considerar si es la elección adecuada, la dosis correcta, las reacciones secundarias, los efectos sinérgicos al combinarse con otras drogas que se estén tomando, etc. Desafortunadamente, esto también se lleva al ámbito de los animales de compañía. Hablar del tema puede significar múltiples páginas, por lo que solo tocaremos lo que corresponde al dolor y la medicación de las mascotas.
Definitivamente, es intolerable la angustia que sentimos cuando nuestro perro o gato manifiesta dolor a cualquier nivel. La respuesta inmediata es tomar acción para evitarlo, sin embargo, hay que considerar que el dolor como tal, solo es un signo (síntoma) del problema real. El solo hecho de acabar con el dolor y no atender la causa, puede poner en peligro a nuestra mascota.
Aproximación al dolor y la medicación de las mascotas.
Siguiendo con la lógica del párrafo anterior, antes de correr a nuestro botiquín para escoger “el analgésico”, primero hay que comunicarse con el médico veterinario. Probablemente con la llamada telefónica (y sugiero sea así, no por whatsapp), él o la profesional en la salud animal nos podrá ayudar. No obstante, en muchos casos se requerirá el examen físico del paciente y en ocasiones estudios de laboratorio y gabinete.
Otro punto importante, es que el tomar la decisión de usar un medicamento de prescripción para humanos, debe de caer en la responsabilidad de los médicos veterinarios. Los perros, y más los gatos, pueden sufrir de graves intoxicaciones a nivel gastrointestinal y renal con los analgésicos/antinflamatorios llamados no esteroidales (AINEs). Tales como el ácido acetilsalicílico, Paracetamol/Acetominofen, Ibuprofeno, Diclofenaco, Naproxeno, etc., ya que su capacidad de metabolizarlos y eliminarlos es mucho menor que como lo hacemos los seres humanos. Por lo anterior las dosis y frecuencia de administración, si se llegan a usar, tienen que adaptarse definitivamente.
Por otro lado, la concentración a la que vienen las presentaciones de estas drogas para humanos, son para individuos de un peso mucho mayor. Esto quiere decir que al administrarlos a mascotas de 2, 3 a 10 kg, podemos estar excediendo por mucho la dosis recomendada.
Las mascotas pueden sufrir graves intoxicaciones gastrointestinales y renales con el mal uso de los AINEs. Foto: Pixabay
Analgésicos de uso veterinario.
En virtud de los peligros que se corren al usar analgésicos/antinflamatorios de uso humano en el dolor y la medicación de las mascotas, la industria farmacéutica veterinaria, ha desarrollado principios activos específicos y a las concentraciones adecuadas para minimizar los riesgos de intoxicación. Esto no quiere decir que no se tomen precauciones, ya que de igual forma una sobredosis puede ser tóxica.
Dejo en claro que en ciertos casos, podemos recurrir a los medicamentos para humanos pero ajustando cuidadosamente la dosis y su frecuencia de administración.
Signos de intoxicación.
Inicialmente, una mascota afectada por la intoxicación por AINEs, manifestará vómitos, depresión, falta de apetito, diarrea y problemas de equilibrio y coordinación. Posteriormente vómito con sangre y presencia de sangre en las heces, que pueden tornarse negras ya que la sangre estará digerida. Cuando la ingestión ha sido masiva, se hará evidente un cuadro de insuficiencia renal aguda, con posterior depresión del sistema nervioso central, convulsiones, depresión respiratoria y coma.
Pronóstico.
Generalmente el pronóstico es bueno si se suspende el fármaco en su inicio y se le da la terapia correspondiente. En casos graves, el paciente puede requerir transfusión sanguínea y confirmar que no exista perforación gástrica y la consecuente peritonitis.
Conclusión.
Mantente atento a cualquier cambio en la actitud de tu mascota. Es evidente el dolor cuando un individuo cojea, pero puede haber dolores de espalda o viscerales que no se aprecian tan fácilmente. Cualquier cambio en sus actividades, actitud o temperamento puede ser una alarma de dolor. Puedes notar falta de apetito, renuencia a moverse, buscar ocultarse, respiración agitada o conducta agresiva al intentar manipularlo.
No mediques sin el consejo de tu médico veterinario. El pretender ahorrar, ya sea tiempo o dinero, puede poner en grave riesgo a tu mascota y tener un desenlace de consecuencias fatales.